EL GÉNERO
LITERARIO DE "JEKYLL Y HYDE"
¿Es
"Dr.
Jekyll y Mr. Hyde" una obra de elevada intención filosófica,
o simplemente la más ingeniosa de las ficciones?
Hay distintas opiniones respecto
a esta cuestión. Muchos de los que han leído "El extraño
caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde" lo describen como una novela de
intención filosófica y moral, que trata de la lucha que se
libra dentro de nosotros entre la razón y el instinto, entre la
parte noble y la parte innoble de nuestro ser. En ella personifica esa
lucha un doctor que logró dar vida propia a su parte instintiva,
transformándose físicamente con ayuda de una droga de cuyo
uso perdió el control.
Parece
obvio que este argumento nos remite como un apólogo al problema
moral, tan viejo como el hombre, de la debilidad de la voluntad, hoy dramáticamente
actualizado por la experiencia social del consumo de drogas. Pero el relato
de Stevenson puede ser caracterizado con igual propiedad sin tener en cuenta
su contenido moral o filosófico. Podemos describirlo, por ejemplo,
como una obra de "suspense", o mejor dicho como una genial obra de suspense,
pues pocas hay, en todo el ámbito de la literatura universal, que
sean capaces de rivalizar con ella en la originalidad de su traza, en su
extraordinario poder de evocación y de creación de atmósfera
y en la no menos extraordinaria concisión de estilo y variedad de
registros. Los ocho primeros capítulos tienen un cierto aire de
ficción detectivesca. Un hombre tan frío, meticuloso y prosaico
como pueda serlo una bogado bien establecido en el Londres de la reina
Victoria se ve implicado en un extraño caso. En uno de sus paseos
dominicales tiene incidentalmente noticia de unos hechos que le intrigan
por afectar al honor de un amigo. Mientras le sigue la pista con el propósito
de aclararlos, su habitual frialdad se va convirtiendo poco a poco en angustiosa
obsesión. La investigación de una serie encadenada de sucesos
violentos le lleva, paradójicamente, a causar la muerte del amigo
cuyo honor y cuya vida hubiera querido salvar. Al margen de ella quedan
los dos capítulos restantes, que son meros documentos, el último
cargado de reflexiones de psicología y filosofía; pero uno
debe presumir que su lectura hará destruir - de un modo que atenta
contra los más elementales cánones del género detectivesco
- los esquemas de racionalidad del abogado, al que van dirigidos.
Parte
de la ambigüedad y de la aparente incongruencia entre el fondo y la
forma de esta novela se debe a que Stevenson la proyectó como un
producto de la entonces incipiente literatura de masas. Se comprende bien
que, ya en vida del autor, el relato pasara enseguida al escenario de los
teatros y que en nuestro siglo haya sido tema recurrente de producción
cinematográfica.
"JEKYLL Y HYDE" Y LA LITERATURA GÓTICA
En un tiempo en que se discute la
validez de cualquier teoría de géneros literarios, diagnosticar
el de una obra parece un simple ejercicio retórico. En el
caso de "Jekyll y Hyde" ese diagnóstico nos ayuda
a esclarecer la ambivalencia de esta novela, que es por un lado insertable
en la larga tradición de la literatura de terror, más concretamente
en su modalidad llamada "gótica", que floreció en las últimas
décadas del siglo XVIII y primeras y últimas del XIX. Castillos
y conventos en ruinas, relaciones eróticas extravagantes, paisajes
agrestes o la heroica figura de un villano cruel, rebelde y solitario,
que tiene algo de grandeza y de la melancolía de Satanás
o de Prometeo, son rasgos sobresalientes de la literatura gótica.
Este tipo de novelas tienen su mérito, por un lado, en que están
integradas casi por entero en el sortilegio y la fantasmagoría.
Y por el otro, en que tienen un componente genético, al añadir
que es éste un género que surgió como el fruto indispensable
de las sacudidas revolucionarias de las que se resintió toda Europa.
Al mismo criterio temático se atendría el hecho de que el
tema de esta clase de novelas no es lo Bello ni lo Sublime, sino lo Extraño;
además de cierta atención prestada a lo sobrenatural. Con
cualquiera de estas caracterizaciones encaja bastante bien "Jekyll
y Hyde", cuya afinidad estructural y temática con "Frankenstein"
es
manifiesta. Quizá como expresión del terror global que suscitaba
a la clase burguesa británica el declive del imperio victoriano,
o quizá también como reacción en contra del modelo
tanto tiempo imperante de novela naturalista, experimentase a fines del
siglo XIX un cierto renacimiento el género gótico.
"JEKYLL
Y HYDE", EL GÉNERO DETECTIVESCO
Y LA FICCIÓN CIENTÍFICA
Por razones de estilo y dignidad de género debemos negar a esta
novela de Stevenson cualquier parecido con un relato detectivesco. Por
otra parte es difícil no discernir entre los componentes de la trama
de su novela los tres que integran el ritual detectivesco: un misterio
inicial, un personaje que centraliza la labor de investigación a
lo largo de toda la obra y una explicación final.
La clave de la respuesta por la
relación de Jekyll y Hyde con el género policíaco
nos la dan en cierto modo las palabras "extraño caso". En la segunda
de ellas podemos colegir una alusión a los momentos propiamente
detectivescos del relato: el enigma de Hyde, el asesinato de Carew, la
búsqueda y el acoso del delincuente. No obstante, el adjetivo "extraño"
nos recuerda que Stevenson introduce en su novela una intención
gótica que deconstruye la lógica y construcción habitual
de los relatos de policías.
Esta es la cuestión: el
abogado Utterson es en un sentido el detective y en otro el antidetective
de la novela. Desde el punto de vista meramente fáctico, no se puede
negar que da al final con el cadáver del culpable. Pero desde el
punto de vista lógico no es menos innegable que llega a ese final
sin tener la más remota idea de la verdad de lo sucedido.
La relación de Jekyll y Hyde con la ficción
científica es más fácil de apreciar. Algunos historiadores
del género incluyen este relato y el Frankenstein
de Mary Shelley como obras precursoras.
Las obras de ficción científica anticipadas por Jekyll
y Hyde no se detienen en el análisis detallado de los inventos
y métodos científicos, ni cantan con el optimismo utópico
de un Julio Verne o un Isaac Asimov las excelencias de la ciencia y del
progreso. Lo que hacen es analizar la miseria de la condición humana
mediante el procedimiento de proyectar las tensiones y obsesiones de nuestro
subconsciente en circunstancias y contextos científicamente extraordinarios.
Así es como se describe a la llamada, por oposición a la
utópica,
modalidad
distópica
de
la ficción científica, ejemplarmente cultivada por H.G.Wells
muy pocos años después de Stevenson y más adentrado
nuestro siglo por Stapledon y Huxley. Una de las novelas de Wells,
"La
isla del Dr. Moreau" (1896), describe el experimento inverso al
de Jekyll. Si éste quiso animalizar al hombre, el Dr. Moreau pretendió,
con resultado igualmente catastrófico, humanizar al animal mediante
la vivisección y el lavado de cerebro.